A poco más de siete meses de la desaparición del Jorge Julio López, testigo clave en el juicio contra el ex represor y torturador Miguel Etchecolatz, la agrupación Justicia Ya, apoyada por otras entidades de Derechos Humanos, realizaron una presentación judicial en la cual dejan en evidencia las grandes irregularidades que se dieron en el marco investigativo del caso policial más resonante de los últimos tiempos.
En esta presentación, a la que tuvo acceso La Política Online, se destacan algunas de las fraudulentas u omitivas acciones de varios actores y hechos que forman parte de esta investigación, entre ellos fiscales, juzgados, la SIDE, distintas dependencias policiales, grotescas irregularices en diversos allanamientos y situaciones que suman grandes dudas a una causa plagada de sospechas.
En su enumeración, comienzan detallando lo sucedido con la aparición de un cadáver dos días después del secuestro en la localidad bonaerense de Punta Lara, partido de Ensenada. El cual en primera instancia desató el rumor de que se trataba del cuerpo de López, información desmentida una vez realizadas las pericias correspondientes.
Según este completo informe, “Una persona que dijo llamarse Victoria Huck y ser miembro de la policía bonaerense” llamó al diario Hoy de La Plata, advirtiendo que se ese cuerpo que apareció calcinado se trataba de “Julio López”. Advertidos de esto el gobernador Felipe Solá y el ministro de Seguridad provincial, León Arslanián, este último confirmó días después que la Comisionado Huck, jefa distrital de La Plata, que ella “no había sido” quien realizó el llamado, a pesar que nunca se la citó a declarar. Sin embargo, aceptó que este suceso podría responder a ciertos códigos mafiosos, ya que el cadáver apareció apareció en un lugar emblemático, donde aparecían cadáveres desde el año 1974.
Seis meses después, la querella es informada que “dos guardaparques habían declarado en la madrugada del 22 de septiembre de 2006 ante la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI), que en el anochecer del 19 de septiembre, un automóvil había ingresado al lugar donde luego se encontró el cadáver”, aportando un identikit y los detalles del vehículo, datos que hubieran sido de incalculable valor en esas horas cruciales. Sugestivamente, la DDI era la dependencia que manejaba Etchecolatz cuando torturaba secuestrados y donde aún siguen trabajando algunos de sus ex subalternos.
Otro dato hasta aquí desconocido que agrega este esclarecedor informe es que “a pocos días de la desaparición de López, en dos procedimientos diferentes con perros de la policía provincial en la primera oportunidad y de la policía federal en la segunda, los perros marcan un rastro de López en la puerta de una vivienda ubicada a 8 cuadras de su casa. Notablemente, se restringe la investigación al funcionamiento de esa vivienda y no se amplía al de las casas linderas”.
Lo mismo ocurrió con el juego de llaves que apareció en el jardín de la casa de López, el cual revela grandes contradicciones en las pericias realizadas por Gendarmería y la Policía Bonaerense. “Una, dice que las llaves llevaban poco tiempo en el jardín al momento de ser halladas; la otra, afirma que hacía más de tres meses que estaban a la intemperie”, asegura el informe.
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