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En el momento en que un régimen político y los medios se colocan explícitamente en el lugar institucional de“producir la verdad”,emerge el problema de las formas de construcción de lo real. Escudero L
08 de Enero, 2008 · General

UNA HISTORIA...

VESTIDOS DE CORDERITO

 Y así comenzó todo...

Hacía frío, había que ponerle calor a la noche. Era una alegría que me hacía perder la cordura. Tomábamos mucho, fumábamos, era un descontrol… Estaba cansada de bailar y saltar con mis amigas. De pronto se cruzó un chico muy atractivo, le partì la boca de un beso.

Él también estaba borracho. Fue en el mismo boliche, no pensábamos en nada más que en descargar nuestra energía, y en divertirnos.

Pasaron los días y pasó lo que todos se pueden imaginar, no me vino. Yo le decía a mis amigas, y todas me tranquilizaban diciéndome que yo no iba a tener tanta mala suerte, yo no. Pero finalmente, un mes después decidimos con mi mejor amiga comprar un test de embarazo en la farmacia de mi barrio.

-¡Dos rayitas! ¡¿Fijate si significa que estoy embarazada!?

-Sí amiga, lo estás.

A mí no me importó nada, yo no iba a arruinarme la vida, el año que venía ya estaba planificado, iba a estudiar para ser Relacionista Pública. Si le decía a mis padres no me iban a dejar viajar a Bariloche con mis compañeros. No me iban a comprar el auto para ir a la facultad. Yo no voy a permitir que me arruinen la vida. Esto no era culpa mía, fue un error.

Además ese chico del boliche, iba a ser difícil que quiera que lo tengamos. No es mi novio. Sería un papelón con mis amigos, mi familia…

¡Que vergüenza para mis padres! Me van a odiar, no tenemos casa, no nos alcanza la plata, los van a discriminar en la iglesia, y a ellos los deprimiría tanto…

Aunque mi mamá-recordaba- me dijo una vez que siempre iba a estar conmigo, en las buenas y en las malas. Voy a tener que pedirle ayuda… Yo pensaba y pensaba cada día de mi vida en qué hacer con éste problema, y la panza se iba notando. Me compré una faja y me empecé a morir de calor todos esos días, ya que tenía que ocultarla sí o sí.

Bariloche

¡Llegó el día! Ya estaba rumbo a Bariloche, y nadie se había enterado de mi embarazo, yo estaba feliz, habíamos esperado mucho éste día con mis compañeros. Este había sido el mejor año de mi vida, mis padres me dejaron salir todos los fines de semana, nos conocíamos todos los boliches, había dejado de ser una nena: los hombres no me dominaban, yo no me enamoraba y caía a sus pies como una tonta. Del colegio, ni hablemos, fui a disfrutar de mi último año, nada de estudio, a eso después lo hacía en mi casa, una vez que terminaba de cursar. Era fácil rendir las materias, si me pongo las pilas, las saco a todas y listo, no les dije a mis padres todas las materias que tenía desaprobadas, durante el año yo tenía que aprovechar a mis compañeros, eso no se repite más en la vida.

Llegamos a Bariloche. Estábamos re contentos, de la ansiedad no habíamos dormido en todo el viaje. Nos tocó un hotel que no era el esperado, pero no nos importaba, íbamos a ir a dormir solamente, no pensaba estar encerrada ahí.

Todo era hermoso, los paisajes, los boliches, los chicos. Nos gastamos toda la plata que habíamos llevado a los tres días de estar ahí. Comprábamos los tragos en baldes, y nada era barato. Lo único que importaba era divertirnos, aunque no era nada divertida la resaca que teníamos al otro día.

Una noche me llevaron entre tres compañeros hasta el hotel, estaba desmayada. Cuando me levantaron, no se dieron cuenta que estaba arrastrando la cámara de fotos, la rompí, chau fotitos.¡Qué locura! Era increíble todo lo que estábamos viviendo. Hasta los coordinadores se prendían en la joda, eran todos muy piolas.

Los últimos días no nos quedaba otra que sacar a relucir los truquitos femeninos que habíamos aprendido con los hombres. Son tan babosos, que una se aprovechaba de ellos. Nos hacíamos las cariñosas y les terminábamos haciendo pagar todo el chupi.

Seis meses

Por suerte el verano se estaba yendo. Ya dejaba de sufrir el calor que me daba la faja, me hacía transpirar.

Lo había pensado mucho, y estaba decidida a no tener a este chico. Y mi hermana, que dormía conmigo, ya me había descubierto, me dijo de todo. Terminamos diciéndole a mamá toda la verdad.

Pobrecita mi mamá, que decepción que le causé, se sintió tan mal por lo que yo había hecho, por que yo no había confiado antes en ella, por lo que iba a decirnos mi papá. Pero ella era tan buena, y tan buena madre que me apoyó contra viento y marea. Esa misma noche solucionamos el problema.

Mi mamá era amiga de la farmacéutica, y eso nos facilitó todo.

Me acosté boca abajo y mi mamá me puso una inyección.

-Bueno, hijita, ahora dormite, ya va a pasar todo.

Y no pasó nada, al contrario. Esa madrugada no pude dormir, tenía mucho dolor, empecé a  sangrar. Yo no quería despertar a nadie, pero no aguantaba más.

Fui al baño, me senté en el inodoro y seguía sangrando. Me asusté mucho.

-¡Mami!¡Mami!

Mi mamà vino enseguida, pero mi dolor era cada vez peor. Mi mamá me pedía que haga fuerza así largaba todo, sino se me iba a infectar adentro.

De pronto, salió un bebé de adentro mío. ¡Que horror! Yo no lo podía creer. Y mi mamá estaba loca de nervios, peor cuando vio lo que tenía en sus manos.

Me aturdía el llanto, el dolor. Me desmayé. Desde ahí no me acuerdo más nada.

Los enfermeros

Cuando desperté estaba en un hospital, llena de tubos, y aparatos rodeándome. No tenía fuerza para nada. Quise gritar para llamar a mi madre, pero no podía.

Al rato llegó una enfermera

-¿Ya te despertaste atorrante? ¿Dónde está tu hijo? Safaste de irte al infierno, y acá estás, pero ahora tenés que decir qué pasó.

Yo sólo lloraba. Era tan maldita esa mujer. ¿Qué le importa mi vida? Además me atormentaba con sus preguntas y yo no sabía nada.

Más tarde llegaron mis padres. Estaban muy mal, yo no podía mirarlos a los ojos. Llegaron llorando y se fueron llorando. Me preguntaban si yo estaba bien, y me contaron todo lo que pasó.

-No puedo creer el gran lío que se armó de algo tan chiquito.

Analía y Gabriel

Analía también había sido una madre adolescente. Con Gabriel eran compañeros del secundario y como era otra época, cuando Analía quedo embarazada sus padres los obligaron a casarse.

-¡Gabriel! ¡Gabriel! ¡Vení urgente!- le gritó Analía al ver que el problema de su hija se le iba de las manos.

-¡¿Qué está pasando?! ¡Dios mío! ¿Qué hicieron?

- ¡Después te explico todo! No me pongas más nerviosa ahora, y llevá esta bolsa, tirala al río, o dónde se te ocurra. Yo me voy con Rosita al hospital.

Analía llamó al primo de Gabriel para que la lleven al Hospital. Cuando llegaron Rosita fue internada de urgencia, ya había perdido mucha sangre.

Mientras tanto Gabriel no sabía qué hacer, no entendía nada. Llamó a la señora de su primo para pedirle ayuda, estaba desconcertado, paralizado. Teresa iba en unos segundos a buscarlo. Pero ese tiempo era suficiente para despertar la incógnita sobre lo que contenía esa bolsa.

Llorando desconsoladamente le abrió la puerta a Teresa, quién siempre fue una persona de confianza para ellos. Ella se atormentó al ver lo que le mostraba Gabriel, y sus pensamientos le aturdieron la mente por unos segundos. Había que ocultar eso, sino todos estaban en problemas. Dios sabe perdonar la locura de las personas.

Rápidamente fueron al arroyo más cercano y dejaron la bolsa ahí. ¿Quién iba a enterarse que fueron ellos los que dejaron esa bolsa con todo el basural que hay? Sin embargo había alguien observando…

Los familiares

Gabriel volvió a su casa desesperado y Teresa ya lo había dejado sólo, era muy difícil estar sereno y soportando una situación de tal magnitud y ajena.

Rezaba, y rezaba, pero nada podía tranquilizarlo. Llamó a su hermano y cuando éste llegó al verlo tan mal, lo único que intentó fue ayudarlo. Razonó al igual que Teresa, sabiendo que esto era algo terrible había que eliminar toda clase de pruebas.

-Voy a quemar el colchón de la Rosa, y te traigo uno de mi casa, vos ponete a limpiar.

Analía lo llamó a Gabriel desde el hospital para decirle que su hija ya estaba siendo intervenida por los médicos, y que trate de ir lo más rápido que pueda junto a ellas.

Por la hermana de Rosa no había que preocuparse porque esa noche tuvo una fiesta y se quedaba a dormir en la casa de su amiga.

Los hermanos de Gabriel se fueron enterando de lo sucedido y fueron llegando a la casa a enterarse de lo ocurrido. Nadie podía soportar tal situación, todos se daban cuenta que esto era algo imperdonable, algo terrible. Pero ahora lo importante era la vida de Rosa.

Los padres de Rosa durmieron- aunque esto sea sólo una forma de decir- en el hospital, apenas llego el horario de visita corrieron a ver a su hija. Ya estaba fuera de peligro. Aunque le esperaba algo peor.

Los médicos tuvieron que informarle a la policía lo que había ocurrido. Había una reciente madre, sin su hijo. La policía no tardó en intervenir, y a las pocas horas de internada, Rosa ya estaba siendo custodiada por policía en la puerta de la habitación.

Los tíos fueron a visitar a Rosa, pero huían despavoridos al escuchar a sus padres.

Ellos sabían que iban a ir presos los tres, y no lo podían soportar. Se les ocurrió secuestrar a su hija y esconderse en la casa de algún conocido. Pero nadie quiso asumir ese riesgo: era un peligro para todos ya que se vería involucrada la persona que les diera el techo, y era peligroso por la delicada salud de Rosa.

Entonces Gabriel decidió hacerse responsable de todo si algo llegara a ocurrir, él no permitiría que encierren a su mujer y a su hija. Pero todos lo atormentaban opinando, nadie estaba en su piel. Hasta su mujer lo estaba volviendo loco.

En los medios informativos se publicó el encuentro de un feto en un arrollo. Y esto impactó en la sociedad, todos hablaban del tema.

-¿Quienes serán los desgraciados que tiraron a esa criaturita en el arrollo?- Le preguntó una abuela del hospital a Analía. Ella sin control se levantó y sacó a su marido de la habitación de su hija para contarle lo sucedido.

-A esto no lo voy a soportar, me van a hacer de todo en la cárcel, me voy a quedar sola.- Decía llorando.

Entraron los dos a la habitación de su hija y le contaron todo. Hasta la preparaban por lo que fuera a pasar.

-   Vos no le creas a nadie lo que te digan, nunca le cuentes lo que pasó a nadie, a nadie, sino vamos a terminar mal los tres, hacelo por nosotros y por tu hermana que se queda sola.

Terminaba el horario de visita y había que volver a la casa. Dar una explicación en el trabajo, y buscar a su hija.

Y el gallo cantó tres veces

Fueron a buscar a su hija, pero le pidieron a la madre de la amiga que la tenga un día más, ya que andaban con algunos problemitas.

En el trabajo se justificaron diciendo que un familiar había tenido un accidente, pidieron dos días de franco.

Analía sabía convencer a Gabriel, ella siempre lo dominó, sabía que la familia era su punto débil. Ella no soportaría estar presa. Pero tampoco ver a su marido y a su hija en esa situación. Y pensó que lo mejor era sacrificarse.

Volvieron a la casa de la amiga de su hijita, y le dejaron dinero a la niña.

-Vos, guardalo, nosotros estamos con muchos problemas por lo de Rosita, así que vos quedate con Gisel que cuando pase todo te buscamos.

A la madre de Gisel le entregaron una carta contándole el problema y pidiéndole que cuide a su hija por que ellos ya habían tomado una decisión.

Cuando llegaron a la casa, escribieron una carta cada uno para los familiares de Gabriel. Le pedían perdón por lo ocurrido, y que ayuden a sus hijas.

Gabriel dejó su teléfono celular, el casco de la motocicleta y todo el dinero que había ahorrado ese mes, junto con su documento. Analía decidió llevarse todo en su bolso por las dudas.

¿Por las dudas de qué? Gabriel no razonaba a esa altura. Pero Analía pensaba escapar antes de concretar lo que habían planeado. Si Gabriel se mataba quedaba él cómo el culpable, ella y su hija podrían salvarse. Por eso se llevó los ahorros que mantenía secretos, su documento, el celular, y abrigo. Ella iba a luchar hasta las últimas consecuencias por sus hijas, y por ella misma, por supuesto.

Pero el plan no salió como lo esperaba. En medio del camino de la desesperación, sin pensarlo dos veces, Gabriel apagó las luces y manejó la moto en sentido contrario a su carril, calculando que a unos 30 metros venía un gran camión. A Analía no le dio tiempo para nada.

Los dos abandonaron a sus hijas.

 

 

 

 

  

 

…Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia…

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publicado por pasajera a las 16:02 · 1 Comentario  ·  Recomendar
 
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Comentarios (1) ·  Enviar comentario
Hola: queria saber de donde sacaste esa historia? me encanta leer cosas de la vida, asi que si podes pasame la pagina de donde la copiaste, saludos!
publicado por Laura, el 09.01.2008 09:45
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JIMENA M.

Soy estudiante de Comunicación Social en la UNC.
Este blog tratará de mostrarte la otra cara de la moneda, y que juntos reflexionemos sobre lo que queremos para éste mundo en todos sus aspectos.
Aquí vas a encontrar textos míos y notas -de otros medios- que me parecieron interesantes para compartir con ustedes.
Se agradecen los comentarios, críticas y propuestas.

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