
(Respuesta a una nota del diario Perfil, en la que una periodista afirmó que el idealismo de las juventudes de los 70 sirve para demostrar que los jóvenes de ahora no creen en nada.)
Constantemente se habla de los jóvenes de los 70 como personas que tenían ideales y de los de los 90 como consumistas desenfrenados a los que no les interesa nada. Esta tendencia de confrontar a la juventud en la Argentina viene en ascenso y ningún medio parece salvarse, incluso el mismo diario Perfil, donde la comparación fue el eje de una nota publicada el mes pasado.
La nota en cuestión, titulada ¦1¦ y escrita por Daniela Pasik, contraponía a los jóvenes de los años del horror, las dictaduras militares y la violencia política con los del menemismo, el dinero como religión y el consumo desmedido.
El error es que, como suele suceder, en la nota no se le puso el micrófono a los jóvenes de hoy. Es que con esta clase de notas se suele actuar de manera reduccionista, tomando algunos ejemplos, analizándolos desde afuera para luego embolsarlos a fin de poder terminar diciendo que “hoy no les importa la política. Antes era distinto, había ideales y se luchaba por un mundo mejor”.
Sólo por el hecho de que hoy un joven no milite en un partido, no asista a marchas o no termine a los golpes defendiendo un ideal no significa que no se interese por lo que pasa en el país. Hay dos contextos completamente diferentes y por ende dos formas distintas de ver el mundo. Pasaron 38 años desde los 70. La masacre de Trelew, el regreso de Perón y los muertos de Ezeiza, Isabelita, López Rega, la Triple A, la dictadura, Malvinas, Galtireri, Alfonsín, el menemismo, De la Rúa, siete presidentes en una semana y los Kirchner, entre otros.
Los jóvenes de hoy, que tienen entre 18 y 25 años, nacieron a mediados de los 80 y principios de los 90. No creen que su forma de ver el mundo sea la única posible. Por eso se prestan al diálogo cuando alguien piensa diferente. Pero eso no quiere decir que no les interese la política. Las armas ya no son la forma de revolución. En los 70 eran la única manera de cambiar radicalmente la estructura de un país, pero ahora lo es la democracia. Bolivia y Evo Morales es el primer ejemplo.
Realicen una autocrítica. Pareciera que todo aquel que vivió aquella época pretende dar lecciones de vida a los más jóvenes que hoy buscan armar su propio camino en democracia. Las opiniones del estilo “vos no viviste la dictadura” o “pasa que ahora ustedes solo quieren tener su iPod y su DVD” son peyorativas y falsas. Ante ésto, los jóvenes no contestan, aunque más de uno tenga ganas de decir “por culpa de ustedes el país está como está”.
La nota de Perfil comparó a los jóvenes de los 70 con los de ahora. Las diferencias marcadas eran del estilo “irse a las piñas por defender una idea o postura" en oposición a "vivir para y por elclonazepam o ansiolítico de turno”.
Para seguir con semejantes diferencias, aquí van otras a tener en cuenta:
Irse a las piñas por un ideal / Aceptar que el otro puede pensar distinto y dialogar.
Si la elección no sale como deseo tiro por la borda la democracia / La democracia es el único sistema para mejorar el país.
La radicalización y la vanguardia para dirigir el cambio / La pluralidad y el trabajo en equipo para cumplir los objetivos.
Hay que decirlo de una vez por todas: a los jóvenes de hoy sí les interesa la política. Es hora de que les preguntan qué piensan y no que saquen conclusiones por su cuenta. Si los escuchan, en lugar de imponerles su visión del mundo, verán que tienen ideales y que también luchan por una sociedad más justa. Sólo que de otra manera.
Nota de http://www.perfil.com/contenidos/2008/11/02/noticia_0016.html
Imagen de http://www.diariobuenosaires.com.ar/images/adolescentes.jpg