El "Papa de los evangélicos" se presentará en Capital Federal ante 1 millón de fieles

Las Iglesias Evangélicas avanzan sobre la sociedad argentina y la del mundo, día a día suman más adeptos.

El siguiente artículo que publica hoy el diario Crítica de la Argentina nos cuenta sobre la llegada de Luis Palau “el Papa de los evangélicos” a nuestro país.

La Iglesia Evangélica mantiene una relación temible con funcionarios gubernamentales de nuestro país, en especial de las provincias. Ahora el líder estadounidense se presentará en el Obelisco de Buenos Aires ante 1 millón de personas, sin el respaldo K.

Las sedes evangélicas se triplican en todo el país creando un conglomerado espiritual, empresarial y político. Crean escuelas, grupos musicales religiosos, templos, lugares de esparcimiento, a la vez que sus pastores se entrometen en los partidos políticos para obtener más beneficios. En alguna de sus sedes (mi fuente no me permite divulgar el nombre) sus fieles son invitados a donar un 20% de su sueldo con el fin de “ayudar a ayudar”. Mayormente acuden a estos templos evangélicos personas de bajos recursos o de nivel medio.

A la vez que se oponen al uso del preservativo y son conservadores en los temas sexuales, no ven que una gran parte de los adolescentes que integran su comunidad están esperando hijos no deseados o ya criándolos, en el mejor de los casos…

El poder de la fe

Luis Palau se ilusiona con reunir un millón y medio de personas en el Obelisco. Pero aun así está indignado: la señora presidenta ni siquiera se tomó el trabajo de responderle a su pedido de audiencia. La gente de Palau en Buenos Aires, encabezada por el pastor Rubén Proietti, hizo lo que suele hacer cada vez que Palau llega a un país: dejaron una carta en mesa de entradas de la Casa Rosada en la que solicitaban una entrevista con la máxima autoridad de la Nación y luego se sentaron a esperar que sonara el teléfono para que la invitación se produzca, para que el encuentro, y la foto, se concreten. Les había salido bien en enero de 2003, cuando Eduardo Duhalde recibió al predicador. Les había salido bien con todos en casi todo el mundo: de Mauricio Macri, en la jefatura de gobierno porteño, a George Bush, en la Casa Blanca, Palau había podido con cada uno de ellos. Pero esta vez terminó en el despacho del vicepresidente Julio Cobos, con ayuda de la diputada macrista –ex lopezmurphista– Cynthia Hotton. No está mal, pero.

A la Iglesia Evangélica Argentina le resulta difícil obtener reconocimiento institucional: tanto pastor brasileño dando alaridos en la medianoche de los canales se les ha vuelto un lastre de prensa, de imagen, hacia adentro y hacia fuera de la comunidad religiosa. Por eso cuando llega un pastor de las dimensiones globales de Palau, ponen todo lo que tienen y salen a la caza de esas papeletas tan importantes para ellos: un nombramiento como ciudadano ilustre o una declaración de interés nacional que los reinvindique socialmente se convierten en asuntos capitales.

Pero Palau no se cruzó de brazos a esperar a la Presidenta. Su ejército de colaboradores se puso a trabajar en el plato fuerte: la multitud que esperan reunir entre hoy y mañana en el centro neurálgico del país. Y mientras se armaba el escenario –una movida que requirió una inversión de un millón y medio de pesos–, el predicador salió a tender puentes con la nueva dirigencia y con el arco empresario. Estos pocos días en su país de nacimiento (Palau nació en Ingeniero Maschwitz en 1934, pero vive en Oregon, Estados Unidos, desde 1961) le alcanzaron para verse cara a cara con el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, en dos ocasiones: la primera, en una cena en el hotel Hilton de Puerto Madero, donde Palau, por una entrada de 150 pesos, les dijo a 1.500 empresarios argentinos que hay que hacer las cosas según la palabra de Cristo y los empresarios lo aplaudieron. Un día antes había tomado el té también en el Hilton con mil señoras paquetas a 50 pesos la tarjeta.

La segunda vez que vio a Macri fue el lunes pasado en la legislatura porteña, adonde Palau llegó para salir convertido en ciudadano ilustre. Mientras eso ocurría, sus operadores trabajaban contrarreloj para que el gobierno porteño autorizara por decreto la cesión de la Plaza de la República para los shows que se vienen: un cesión que, vale decirlo, es absolutamente gratuita (ver recuadro). “La orden era tratarlo como correponde. Facilitar recursos. El caudal de personas que mueve este hombre, traducido en votos, supera lo imaginable. Ese es su capital político, lo que tiene para ofrece: oro puro”, dice una fuente del gobierno porteño, que entendió que no podía dejar pasar la oportunidad de vincularse con un “puntero espiritual” tan poderoso.

Cuando se habla de operadores de Palau, se habla de un solo hombre: el pastor Proietti, un tipo campechano y afable que condujo durante nueve años la Federación Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (FACIERA), es el hombre de Palau en el país. Su trabajo, cuando no ofrece sermón en su templo de Olivos, es poner en marcha a su equipo y llamar al secretario de Culto Guillermo Oliveri como para ir cerrando cosas: esta vez, él y el equipo consiguieron una resolución que salió publicada el 12 de febrero en el Boletín Oficial de la Nación en la que se lee: “declárase de interés nacional la realización del festival con Luis Palau Buenos Aires 2008 ‘Hay esperanza’”. No es lo único que Proietti ha organizado.

Proietti es la persona que, el mismo día y a la misma hora en que se celebró en Buenos Aires la primera unión civil gay, organizó un seminario llamado “La vida es sagrada”, que en realidad era un repudio. Lo hizo en el edificio anexo del Congreso de la Nación y allí, invitados de Proietti, estaba la organización norteamericana Focus on the Family, a quienes Proietti presentó como “una agrupación cristiana que lleva tantos años sirviendo a las familias de todo el mundo”. Sólo tres cosas que esa tarde, con Proietti de anfitrión, se dijeron en un edificio del ámbito legislativo: “Lo mejor sería que la mujer volviera a ocupar exclusivamente su rol de madre, como en los años 50”. “El uso de preservativo es el camino de la promiscuidad”. “La homosexualidad es un invento satánico”.

Otra aparición de Proietti, que es como decir Palau: en la segunda mitad de 2004, la Legislatura se vio conmocionada porque a una diputada, la legisladora kirchnerista Ana María Suppa, se le ocurrió que no estaba mal enseñar educación sexual en las escuelas públicas. El proyecto de Suppa se vio rápidamente cruzado por un contraproyecto de corte conservador que cumplió con el objetivo de cajonear ambas propuestas y que fue presentado por el diputado macrista Santiago de Estrada. Entre los apoyos con los que contó De Estrada estaba la firma de Rubén Proietti. “Desde FACIERA, llamamos a nuestros hermanos a cerrar filas en profundo clamor y oración, para que la mano de Nuestro Señor obre e impida que cualquier legislación que se aparte de la moral y la ética cristiana, pilares fundamentales de la existencia de la sociedad moderna, puedan llegar a las aulas, lugares sagrados donde nuestros niños aprenden y se educan”, dijeron en la Federación de Proietti y estaba tan claro lo que decían.

La llegada de Palau a las esferas políticas del mundo no está sostenida en una compleja red de contactos ni hay detrás un entramado de negociaciones sin fin. Resulta que Palau es alguien que convoca 250 mil personas, como mínimo, en un fin de semana en la ciudad a la que vaya, y visitó la Casa Blanca seis veces en los últimos ocho años. Con esas cartas tiene atractivo suficiente para que cualquier político del mundo se interese en una fotito con el señor predicador. Él lo sabe, y lo aprovecha.

Su entrevista con el actual vicepresidente de la Nación tiene un antecedente: Cobos recibió a Palau en marzo de 2005, cuando era gobernador de Mendoza. Y siempre conservó un buen recuerdo. El encuentro entre ambos no pasó de la anécdota. Hubo foto, pero no la que el predicador quería.

La Iglesia evangélica es tan ancha como larga es la Iglesia católica. Una es piramidal: va de un monaguillo en Tegucigalpa al Papa de Roma, y en el medio se van listando los infinitos escalafones. La otra es horizontal y sólo admite una figura: el pastor. Sin embargo, no es lo mismo el pastorcito que lee el Nuevo Testamento en Plaza Once que el predicador estrella que visita al general Noriega en su prisión de Miami para llevarle la palabra. Los dos leen las mismas páginas, pero uno se parece más al Papa de los católicos que el otro. Y Palau es lo más parecido a un Papa evangélico. Tan parecido que cuando visitó Buenos Aires en enero de 2004, eligió el mismo lugar que Juan Pablo II había elegido para hablarle a los argentinos, en junio del 82: el Monumento a los Españoles. Secretamente, los evangélicos esperaban igualar el millón de fieles que fueron a ver al Papa. La fecha no los acompañó: fue un 31 de enero y un 1 de febrero, pleno recambio. Así y todo, 250 mil personas fueron a la cita.

En la página de Palau (luispalau.net), la gente pide milagros y espera que, pastor mediante, Dios tenga la misericordia de concedérselos. Hay todo tipo de pedidos: trabajos, sanaciones, reencuentros, salvaciones diversas. Y hasta queda lugar para demandas como la de Luis Alberto H.: “Pido que horen (sic) por la gente de Lost que se encuentra atrapada en esa isla. Para que puedan salir, sin un rasguño, y para que el gordo sea feliz”.

La Avenida 9 de Julio la consigue sin pagar un peso

Una concentración multitudinaria en la Avenida 9 de Julio y un acto con cabecera en la Plaza de la República, delante del Obelisco, no es cosa de todos los días. Por allí han pasado desde el bailarín Julio Bocca hasta el concertista Daniel Barenboim. También hubo actos políticos: los cierres de campaña de Raúl Alfonsín o de Ítalo Luder en 1983, por ejemplo. El permiso para realizar eventos de este tipo no tiene costos económicos. No hay que pagar por el alquiler de la plaza, pero hay que realizar diversos trámites, según el tipo de acto. “En el caso de Palau –dice una fuente en el Gobierno porteño– las solicitudes y permisos pasaron por la Dirección General del Registro Nacional de Cultos, ya que se trata de un encuentro religioso, y los ministerios de Espacio Público y Seguridad de la ciudad”. Luego el Ejecutivo porteño declaró de “interés” el festival que organiza la Federación Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas y autorizó su realización a través del decreto 185/08, que lleva la firma de Mauricio Macri. En la norma hace responsable a la Iglesia “de la seguridad del personal interviniente, concurrentes y peatones”. Para ello se dispondrá de un operativo de la Policía Federal y del SAME acorde a la magnitud de gente que se espera concentrar.

En http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=844

Recomiendo leer una nota que también publica Crítica de la Argentina sobre otro de los tantos arreglos extraños que hacen desde el gobierno nacional con empresas extranjeras en el sur argentino. En http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=848 .