Casualidades o no, los dos empleados de las empresas que tenían el convenio de investigación –Verdú SA y la multinacional belga De Smet-, fueron dados de alta en Río Cuarto. La doctora Giacomelli, que no pertenecía al equipo investigador -y que según su esposo se oponía al proyecto en cuestión- murió y dejó cuatro huérfanas.
Como se verá, fallecieron personas de todas las edades en una tragedia anunciada porque en los meses previos hubo quejas por la locura de almacenar una veintena de tachos del solvente en un lugar cerrado y de concurrencia de mucha gente.
El juzgado federal que lleva la causa prometió “novedades para los próximos días”. Pero el tiempo de la justicia, incluso cuando se adelanta una hora, no es el de los argentinos de a pie y menos el de los familiares de las víctimas. El tema ha desaparecido de los titulares y noticieros de radio y TV; ahora, con treinta días de feria judicial, tiene menos posibilidades de salir a superficie.... Continuar leyendo