(Crítica)Ayer fue un domingo particular en Bolivia. Millones de bolivianos fueron a dormir con el dedo índice pintado con tinta púrpura indeleble, muestra de que habían ejercido su derecho ciudadano y método para que no lo ejerzan más de una vez. La aprobación de la Constitución con el 60% de los votos es una nueva confirmación que recibe Evo Morales, electo en 2005 con el 54% y ratificado con el 67% en el 2008. A pesar del porcentaje obtenido por el “No” en las regiones opositoras, Evo Morales triunfa a nivel nacional, consiguiendo incluso el 100% de los votos en algunas comunidades, pero aún no puede imponerse en las departamentos de la Media Luna.
Las elecciones se desarrollaron con tranquilidad, con algunas notas de color. En el departamento amazónico de Pando, se presentó a votar una de las personas que figuraba como muerta en el informe de Unasur sobre la masacre de septiembre del año pasado, a cargo del argentino Rodolfo Mattarollo. Ahora se supo que algunas de esas presuntan víctimas se encontraban entre los autoexiliados en una vecina ciudad brasileña.
Junto al referéndum por la aprobación de la nueva Constitución, los bolivianos decidieron también sobre una cuestión técnica: el tope máximo para la posesión de tierras, entre cinco y diez mil hectáreas, que se incluirá entre los artículos de la nueva Constitución. En esta votación, los bolivianos se inclinaron por la primera opción, con un porcentaje de votos aún superior al que obtuvo el “Sí” a la ratificación de la Carta Magna aprobada en diciembre de 2007 y reformada por el Congreso en octubre de 2008. La cuestión de la tierra es clave en la política del gobierno en Oriente, donde muchos latifundios improductivos fueron concedidos durante la dictadura de Hugo Banzer (1971-1979) a un pequeño grupo de allegados.... Continuar leyendo