Por Osvaldo Bayer para http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-109795-2008-08-16.html
Si un novelista hubiera escrito en 1950 que el ejército ruso bombardearía en 2008 la ciudad de Gori, donde nació Stalin, la crítica habría señalado que el escritor estaba influido por alguna droga ultrapenetrante, o que ese día se había bajado tres botellas de vodka. Si algún literato, en la década del ’50, hubiera previsto en sus líneas narrativas que un ruso nacido, criado y educado en la Unión Soviética, compraría un castillo en la Costa Azul francesa por 500 millones de euros –como ocurrió este año–, se hubiera dicho en aquel tiempo, con sorna, que el pobre escritor tenía un carcinoma en el cerebro. Si un autor de teatro hubiera descripto en 1919, en una escena de comedia, que un dirigente de un sindicato alemán, en 2008, usaría pasajes regalados por una empresa para él y su mujer en primera clase de un avión para pasar sus vacaciones en el Caribe, ese dramaturgo habría sido calificado de “extraviado, psicópata y paranoico”. Claro, con razón, porque pensemos que en 1919 los obreros que se levantaron contra el Káiser, contra la guerra y contra la injusticia, ni siquiera llevaban un sandwich de milanesa en el bolsillo ni sus dirigentes cobraban ningún sueldo. Y ahora sí: acaba de suceder con el señor Bsirske, secretario general de uno de los más importantes sindicatos de Alemania. En la Argentina, Bsirske pasaría a formar parte de la galería de los llamados “gordos”. El capitalismo echa a perder todo, ha dicho más de un sociólogo realista.
Y ya lo estamos viendo en esta Europa: para tratar de detener la violencia, al primer ministro Berlusconi no se le ha ocurrido otra cosa que poner al ejército en las calles italianas. Violencia contra violencia. Esto ha alarmado hasta a la grey católica. El semanario católico, bien burgués, La Famiglia Cristiana, de Roma, ha pegado un verdadero alarido de alerta. En su editorial señala que Italia se acerca a un nuevo fascismo. Así, sin remilgos. Principalmente, critica la “increíble dureza” berlusconiana contra los rumanos y los gitanos que viven en Italia. Y contra la política que se lleva a cabo contra los inmigrantes. Esa publicación critica también las leyes que favorecen sólo a Berlusconi, la política de medios y la participación italiana en la guerra de Irak. Pero, claro, eso lo dice la revista católica y no el Papa. El papa Ratzinger, por supuesto, se apresuró a distanciarse de la publicación a través de su vocero Federico Lombardi, quien salió a la palestra para expresar que esa opinión no es la del Papa ni la de la conferencia de obispos italianos. A lo que el valiente cura Antonio Sciortino, director de la publicación, respondió: “Nosotros nos inspiramos en el Evangelio”. Siempre hay hermosas excepciones en la historia.... Continuar leyendo