Los caprichos de la meteorología demoraron el arribo de Eduardo Galeano al aeropuerto Ambrosio Taravella y lo obligaron a sobrevolar la ciudad de Córdoba durante casi dos horas. En la conferencia de prensa que precedió a esta entrevista se excusó por la demora y explicó que había visto a Dios durante su “paseo sobre las nubes”. Mientras esperaba que se disipara la niebla “vi a Dios, intrigado por ese avión que daba vueltas y no aterrizaba. Lo reconocí por la barba, lo saludé por la ventanilla pero no me contestó”.
Con un humor poco habitual en los pasajeros demorados, el escritor uruguayo, referente afectivo y académico en la historia de las literaturas de izquierda, llegó al viejo rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba sin pasar por el hotel, con el equipaje en la mano. Durante media hora conversó sobre la crisis económica mundial, las perspectivas del continente y su esperanza en algunos fenómenos latinoamericanos que “tienen una vibración de energía y audacia que puede generar el entusiasmo que reclaman las generaciones jóvenes”.
En un tono pausado, de construcción precisa de un relato, Galeano opinó que: “Si se mira este desastre que ha ocurrido en las bolsas, el mundo está recompensando la falta de escrúpulos, y castigando la honestidad y el trabajo. Si se suma todo lo que ya se ha entregado a los banqueros, más lo que va a aportar la comunidad europea, se llega a una cifra sorprendente, tres millones de millones, la mayor limosna jamás otorgada”. Tras unos elocuentes gestos de escándalo continúa: “Con ese fortunón se les podría dar de comer a todos los hambrientos del mundo durante muchos años, con postre incluido”. Ante algunas preguntas que lo ponen en el difícil lugar del visionario, responde con media sonrisa: “No soy profeta, con los pronósticos me equivoco hasta en el fútbol”.
Cuando le preguntan sobre el fin del capitalismo, suspira: “El capitalismo tiene más vidas que un gato. Pero al menos esta crisis ha puesto en evidencia que Marx tenía razón cuando decía que el capitalismo es un aprendiz de brujo, que desata fuerzas que no puede controlar”. Luego repasa su experiencia en la revista Crisis y los años en que el arte y el debate intelectual eran un campo activo en las luchas revolucionarias.
Después pasamos a una sala sin más periodistas. Sobre la mesa hay un libro deshojado y un plato de galletas. ... Continuar leyendo