(...)Siempre del lado de los “réprobos”, de los que apuestan por la duda y el tanteo –y no por las creencias que dispensan de seguir pensando–, no es casual que Savater cite una frase del libro de Bertrand Russell, Por qué no soy cristiano: “No son los argumentos racionales sino las emociones las que hacen creer en la vida futura”. Russell le permitió al filósofo vasco articular teóricamente los planteamientos escépticos de su temprana incredulidad juvenil. ¿Cómo puede ser que alguien crea de veras en Dios, en el más allá, en todo el circo de lo sobrenatural? “Aunque me he criado en un país católico, en una familia también católica, siempre me he preguntado en qué consiste creer”, dice el filósofo en la entrevista con Página/12. “La filosofía trata de plantearse muchas de las inquietudes que se plantea la religión, pero sin salirse de los límites de la razón, sin ir más allá de lo que la razón pueda alcanzar, sin la necesidad de salirse del palco de la razón y caer en dogmas.” Savater no niega la relevancia cultural, antropológica o incluso política de las diversas doctrinas religiosas. Apunta sus dardos al meollo de la cuestión: el problema es que millones de personas creen en dogmas religiosos de un modo no meramente cultural, antropológico o político. Creen, vigorosamente, en lo invisible y lo improbable.
–¿Por qué considera que el mejor argumento para creer en lo sobrenatural es que “si no fuese porque somos mortales no existirían creencias religiosas”?... Continuar leyendo